Quizás sea un poco brusco titular así este post. Pero “toma hostia”, es lo que les debieron decir ayer a mis primos cuando la recibieron por primera vez en su vida (la que nos brinda la Iglesia el día de nuestra primera comunión, no os vayáis a pensar…) También debió ser lo que pensaron mis tíos (padres de las criaturas que se “comunionan”) cuando vieron el dineral que cuesta preparar una comunión en condiciones, les sangran por todos lados… pero bueno, que no se quejen, que al menos al hacerla los dos juntos, como buenos hermanos, algo de dinero si que se ahorra, ¿no?
Pues ayer fue el gran día. El día de la comunión de mis adorables primos.
Un niño y una niña. El de azul marino (creo que de almirante) y ella de crudo (ahora no se lleva el blanco a ver si os enteráis…) Tienen 8 y 9 años respectivamente, y ayer les dieron la hostia santa, ese momento que todos los niños anhelan, ese día que todos los niños quieren que llegue como agua de mayo (y nunca mejor dicho) más que nada por la cantidad de regalos que reciben, para que engañarnos. La prueba es, que cuando le pregunté a mi prima qué quería de regalo por su “comu” (así le llaman ellos) su respuesta fue: “pasta gansa”, a lo que sólo le falto añadir: “si me la metes en un sobre, mejor”. Toma ya!! Los niños de hoy en día no son tontos, deben llevar la bolsa del Media Markt todo el día encima… porque vamos… a cuadritos me quedé con la contestación!
Es que los tiempos han cambiado a pasos agigantados. Yo no iba a una comunión desde la mía en cuestión y de eso ha llovido bastante, por no decir que han pasado la hostia de años (juego de palabras tonto, lo sé, pero no me resistía a hacerlo…) Pero hoy en día las cosas son diferentes… Hoy no se regalan relojes, ni anillos, ni cadenitas de oro con la Virgen Santa… ¡Qué va! Para qué, si todo eso, aunque tenga cierto encanto, no le vas a sacar partido. El anillo ese que era típico regalar en mis tiempos (sello se llamaba) te queda pequeño en seguida, y a los dos años te das cuenta de que es una horterada. La cadenita te da vergüenza ajena ponértela, y acaba perdida en un cajón.
Así que mucho mas productivo regalar la Playstation3, la Wii, cámaras digitales, móviles (uno para cada uno, por supuesto…), ordenador, y un largo etcétera, que para mí hubiera querido yo en mis tiempos, en los que si te regalaban una máquina de escribir eras más que afortunado!
Aún recuerdo con cara de circunstancia uno de mis regalos de comunión: una calculadora. Me quedé con cara de “que mierda es esta” pero sólo dije un correcto “gracias”. Mi tía, la que me dió este regalazo (de estas tías que ves el día de tu comunión y el de tu boda) me dijo “pero esto no es todo” y sacó un bonito bolígrafo de su bolsillo. Ahí me quedé con cara de “dónde está la cámara oculta” pero le dediqué una irónica sonrisa en su lugar.
Hoy en día esto es impensable. ¿Quién narices se va a atrever a regalar una calculadora por muchas senos y cosenos que haga? Cierto es que la vida ha subido, como se suele decir, pero creo que tanto regalo y tanta gaita es excesivo.
Mis primos ayer, pues muy contentos y felices, hasta cierto momento en el que estaban hasta los mismísimos de la comunión. Mi prima terminó del vestido (y el can-can incluido) hasta el moño. No podía correr, ni jugar la pobrecilla…
En la tarde de ayer ya incumplieron todas las promesas que hicieron por la mañana: eso de renunciar al bien propio en beneficio de los demás, lo de ser buenos cristianos… (por decir sólo algunas de las promesas), pero por la tarde ya se les había olvidado todo lo buenos que tenían que ser…
Pero bueno es lo que tiene, estas generaciones que están viniendo son mucho más espabiladas que nosotros a su edad, lo que no sé si es bueno o malo, que quieres que te diga…
De lo que se trataba era de que lo pasaran bien, porque era su día. Y yo creo que disfrutar, disfrutaron. A mí personalmente la misa se me hizo interminable, y a ellos supongo que también, por la cosa de los nervios. Luego, en el banquete era otra cosa, ya había pasado todo, y estaban mas tranquilos. Ya habían leído, habían perdido los nervios, recibido la hostia, y sólo les quedaba cortar la tarta, recibir los regalos y jugar. Vamos, que únicamente faltaba el baile, y como una boda… Y es que las comuniones no son lo que eran… qué coño! son mejores!
Pues ayer fue el gran día. El día de la comunión de mis adorables primos.
Un niño y una niña. El de azul marino (creo que de almirante) y ella de crudo (ahora no se lleva el blanco a ver si os enteráis…) Tienen 8 y 9 años respectivamente, y ayer les dieron la hostia santa, ese momento que todos los niños anhelan, ese día que todos los niños quieren que llegue como agua de mayo (y nunca mejor dicho) más que nada por la cantidad de regalos que reciben, para que engañarnos. La prueba es, que cuando le pregunté a mi prima qué quería de regalo por su “comu” (así le llaman ellos) su respuesta fue: “pasta gansa”, a lo que sólo le falto añadir: “si me la metes en un sobre, mejor”. Toma ya!! Los niños de hoy en día no son tontos, deben llevar la bolsa del Media Markt todo el día encima… porque vamos… a cuadritos me quedé con la contestación!
Es que los tiempos han cambiado a pasos agigantados. Yo no iba a una comunión desde la mía en cuestión y de eso ha llovido bastante, por no decir que han pasado la hostia de años (juego de palabras tonto, lo sé, pero no me resistía a hacerlo…) Pero hoy en día las cosas son diferentes… Hoy no se regalan relojes, ni anillos, ni cadenitas de oro con la Virgen Santa… ¡Qué va! Para qué, si todo eso, aunque tenga cierto encanto, no le vas a sacar partido. El anillo ese que era típico regalar en mis tiempos (sello se llamaba) te queda pequeño en seguida, y a los dos años te das cuenta de que es una horterada. La cadenita te da vergüenza ajena ponértela, y acaba perdida en un cajón.
Así que mucho mas productivo regalar la Playstation3, la Wii, cámaras digitales, móviles (uno para cada uno, por supuesto…), ordenador, y un largo etcétera, que para mí hubiera querido yo en mis tiempos, en los que si te regalaban una máquina de escribir eras más que afortunado!
Aún recuerdo con cara de circunstancia uno de mis regalos de comunión: una calculadora. Me quedé con cara de “que mierda es esta” pero sólo dije un correcto “gracias”. Mi tía, la que me dió este regalazo (de estas tías que ves el día de tu comunión y el de tu boda) me dijo “pero esto no es todo” y sacó un bonito bolígrafo de su bolsillo. Ahí me quedé con cara de “dónde está la cámara oculta” pero le dediqué una irónica sonrisa en su lugar.
Hoy en día esto es impensable. ¿Quién narices se va a atrever a regalar una calculadora por muchas senos y cosenos que haga? Cierto es que la vida ha subido, como se suele decir, pero creo que tanto regalo y tanta gaita es excesivo.
Mis primos ayer, pues muy contentos y felices, hasta cierto momento en el que estaban hasta los mismísimos de la comunión. Mi prima terminó del vestido (y el can-can incluido) hasta el moño. No podía correr, ni jugar la pobrecilla…
En la tarde de ayer ya incumplieron todas las promesas que hicieron por la mañana: eso de renunciar al bien propio en beneficio de los demás, lo de ser buenos cristianos… (por decir sólo algunas de las promesas), pero por la tarde ya se les había olvidado todo lo buenos que tenían que ser…
Pero bueno es lo que tiene, estas generaciones que están viniendo son mucho más espabiladas que nosotros a su edad, lo que no sé si es bueno o malo, que quieres que te diga…
De lo que se trataba era de que lo pasaran bien, porque era su día. Y yo creo que disfrutar, disfrutaron. A mí personalmente la misa se me hizo interminable, y a ellos supongo que también, por la cosa de los nervios. Luego, en el banquete era otra cosa, ya había pasado todo, y estaban mas tranquilos. Ya habían leído, habían perdido los nervios, recibido la hostia, y sólo les quedaba cortar la tarta, recibir los regalos y jugar. Vamos, que únicamente faltaba el baile, y como una boda… Y es que las comuniones no son lo que eran… qué coño! son mejores!
2 comentarios:
No he podido resistirme a comentar este post, es que justo ayer vi la lista de regalos de comunión de la niña que cuido. Impresiónante: ordenador portatil (que por cierto no sabía ni encender), cámara de video, la Wii (con los cuatro mandos)movil de última genereación y un largo etc. incluyendo entradas para un musical con una lista de espera de más de 6 meses... En fin, que no, que no son lo que eran...
Algo parecido mi caso, doy clase a una niña de 8 años (y a su hermano de 11) que toma la comunión este domingo. De momento, ya le ha caído el portátil, que parece que reinará como regalo estrella durante los próximos años. A mí, que la tomé hace eones, me regalaron unas zapatillas de deporte, un reloj y como regalo "caro" un órgano (mi hermano optó por un radiocassette de doble pletina). Y es que ambos la tomamos juntos también, aunque me lleva dos años, para minimizar gastos. Nunca me ha parecido un acontecimiento extraordinario, es más, recuerdo no estar ni nervioso ni tampoco especialmente ilusionado, ni siquiera por los regalos. Sin embargo, vinieron hasta mis tíos de Alicante con mis cuatro primos (o tal vez tres), así que supongo que desde fuera sí que se veía como algo importante. En fin, no sé.
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