29 de diciembre de 2012

Balance

El 2012 era un año de esos que siempre salía a relucir hace un tiempo. Aparecía en conversaciones, películas, canciones o profecías mayas, pero ha llegado y se ha ido del mismo modo que los demás. Mi 2012 ha sido muy extraño, por ser el primero de una vida diferente en la que aún no tengo muy claro qué será de mi. No obstante, no ha sido un año malo, porque al menos puedo dar gracias por muchas cosas, algo que en los tiempos que vivimos no es tan habitual.

Éste ha sido el primer año en el que no he estudiado nada. Una vida sin libros ni temarios de por medio es más llevadera por un lado, pero sin olvidarnos del todo de las letras, gracias a las novelas que siempre me acompañan, y a la escritura que se ha convertido en mi salvación. Un año sin estudios y sin trabajo, que de no ser por esta pasión que todos compartimos, también hubiera sido un año de nini 2.0. Pero no, mis limitadas capacidades al mando de un teclado QWERTY me han permitido desarrollar una faceta de redactor o colaborador remunerado que hasta ahora solamente conocía gracias a este santo blog, pero sin pasta de por medio, sobra decir.

A parte de los meses que llevo dedicado a esta ardua empresa, 2012 también me ha servido para disfrutar. Dos viajes cortos, pero intensos, en la mejor de las compañías, me han permitido conocer mejor este mundo que nos rodea. En marzo, Oporto se abrió camino y pude comprobar una vez más la belleza del país vecino, pero también lo mal que lo están pasando por el rescate y la crisis, aunque el carácter de los portugueses es de poder con todo. En noviembre, un mundo diferente, no tan lejano a nosotros, se materializó con la visita a Suiza, descubriendo que las cosas pueden ser muy distintas si se hacen bien. 

No obstante, no todo ha sido diversión. En agosto, la muerte de un familiar cercano nos pilló a todos por sorpresa, y tuvimos que pasar por un trago amargo de los que nunca se desean. Aspectos negativos, no muchos más, tal vez la espinita que se me quedó clavada este verano por no disponer de muchos días libres para descansar en mi adorado pueblo. Tampoco es de mi agrado la marcha masiva de amigos que se van al extranjero a labrarse un futuro, varias despedidas que se podrían evitar si España estuviera un poquito mejor, lo que se está convirtiendo en una utopía.

En definitiva, un año de contrastes, como todos. En el que el mundo no se ha ido al garete como presagiaban los mayas, pero tal vez sí haya comenzado una nueva era. Un nuevo tiempo, difícil y diferente, en el que debemos seguir luchando juntos. Espero que así sea en el 2013. Próspero año nuevo.

22 de diciembre de 2012

Que no se acabe el mundo...

... que aún quedamos gente para darle vida...


Pues aquí seguimos, después de la fatídica fecha del 21/12/12, y nada ha ocurrido. El mundo no se ha terminado, las predicciones de los mayas no se cumplieron, o tal vez una vez más ha sido una patraña sacacuartos para incrementar el turismo y rellenar telediarios. Al parecer, la predicción de los mayas no era la del fin del mundo, sino todo lo contrario: que comenzaba una nueva era. 

Como siempre, el hombre lo tergiversa todo a su favor. No soy muy ducho en estos temas de culturas milenarias, pero por lo poco que he leído de los expertos en la materia, simplemente era una fecha que la sociedad había asimiliado como el final anunciado por los mayas, sin pararse a estudiar detenidamente el significado de la misma. Otros dicen que la fecha en sí es errónea, y que es dentro de unos meses cuando el mundo tal como lo conocemos llegará a su fin.

No sé, la verdad es que no creo mucho en todo esto, pero me ha servido para acordarme de algunas cosas: concretamente de otro engaño y de una canción. El primero no es otro que el temido Efecto 2000, ¿os acordáis? ¡Cómo olvidarlo! Meses y meses diciendo que todo iba a quebrar porque los calendarios se iban a poner a 00, que los ordenadores se iban a volver locos, y patatin y patatán. Al final nada. 

En cuanto a la canción, gracias al supuesto fin del mundo he tenido en la mente todos estos días el estribillo del temazo "Que no se acabe el mundo". Se trata de una canción que tuve que aprenderme en el colegio, para un festival de Navidad. El tema en cuestión es de un completo desconocido para mí, pero en un mítico Telepasión de aquellos de TVE la cantaron unos cuantos presentadores de la cadena. Así es como la conocieron millones de personas. Así es como llegó a oídos de mi profesor de música. Y así es como toda una generación se la llevó en su memoria de por vida. La verdad es que en parte desconozco el éxito que tuvo el tema, quiero decir, no sé cuánta gente lo reconoce cuando lo escucha, así que hacédmelo saber. Yo no soy objetivo, porque es un tema que me encanta, lo asocio a una época muy feliz de mi vida, a la Navidad, y a la inocencia de cuando aún creía en los Reyes Magos.

16 de diciembre de 2012

Connecticut

Este fin de semana el mundo entero ha sido sacudido una vez más por la tragedia, un ejemplo más de la barbarie y la sinrazón, que en EEUU siguen arropadas por la libre posesión de armas. La matanza de Connecticut es una más de las que llevan asolando los colegios e institutos de Norteamérica durante años. Personas normales, tímidas o introvertidas, que en día se plantan en un instituto por un oscuro y absurdo motivo, que les lleva a acabar con la vida de decenas de personas, y normalmente la suya propia. 

En este caso, el chaval en cuestión pertenecía a los del segundo grupo, los catalogados como los raritos del cole, aquellos que no hablan mucho, pero que un día explotan. El tal Adam Lanza perpetró una masacre inconcebible, seguramente planeada, tal vez motivada por alguna razón que nunca llegaremos a comprender, pero también fulminó a su propia madre con varios disparos. Finalmente, el chico se suicidó cuando oyó llegar a la policía. Parece que aún le quedaban balas en el cargador.

Todo este suceso me ha hecho recordar un relato que escribí hace tres años. En ese caso, el protagonista respondía al nombre de Ben, pero tan sólo era un kamikaze más. Kamikaze era precisamente el nombre que le di a este relato, y que bien podría llevar ahora el título de este post. A veces la realidad supera a la ficción, y en este caso me dan escalofríos al releerlo de nuevo y comprobarlo.

Kamikaze (Septiembre 2009) 

¿Cuántas razones hacen falta para suicidarse? Es la pregunta que rondaba la cabeza de Ben desde hacía tiempo, aunque en realidad no necesitaba una respuesta. No la necesitaba, porque tenía claro que iba a acabar con su vida antes o después.
Hace tan sólo unas horas, no tenía demasiados motivos para hacerlo, no más que cualquier persona cuya vida carece de sentido. Pero ahora, después de todo lo sucedido, no había otra opción.

Tenía dieciséis años y una vida por delante que no quería vivir. Desde pequeño, Ben sintió que no le importaba nada ni nadie. Nunca tuvo amigos porque no los necesitaba. El simple hecho de estar rodeado de gente le incomodaba, ¿era tan difícil de entender?
A pesar de todo, se esforzó en ir al colegio, e incluso asistir a psicólogos para observar inútiles manchas de tinta. Intentó parecer normal, pero no lo consiguió. Se convirtió en el raro, el antisocial, y el centro de todas las burlas. No era justo. Él sólo era diferente.

Tumbado en su cama, Ben seguía dándole vueltas a lo que acababa de hacer, mantenía su deseo de terminar con todo, mientras sostenía en sus manos la pistola de su padre. La había utilizado por primera vez hace unas horas, después de llevar años escondida en un cajón. Se había cargado a cinco compañeros de instituto, de los que siempre le miraban mal, de los que se reían de él. Ahora ya no volverían a hacerlo. Ni con él, ni con nadie.
Tras el primer disparo, los demás se le antojaron una humilde demostración. Se sintió bien porque cuando los apuntó con el arma sus miradas cambiaron. El desprecio que siempre veía en sus ojos dio paso al respeto y el temor, y eso le gustó. Salió del instituto convencido de la rectitud de sus actos, y aún con dos balas en el cargador. Pero Ben sólo necesitaba una.
Llegó a casa buscando comprensión. Les contó a sus padres lo que acababa de hacer, pensando en que una confesión antes de matarse sería una suerte de expiación. Lo único que recibió fue una avalancha de gritos y llantos. Ben no lo soportó.

Hace tan sólo unas horas, no tenía demasiados motivos para suicidarse, no más que cualquier persona cuya vida carece de sentido. Pero ahora, después de todo lo sucedido, no había otra opción.
Abrió la ventana, y el sonido de las sirenas de la policía inundó su habitación. Se sentó en la cama, cogió el arma con fuerza, y apoyó el cañón aún caliente en su sien. Sin dudarlo, apretó el gatillo. Tras oír el clic, Ben sonrió. No quedaban balas en el cargador.

2 de diciembre de 2012

La luna

El invierno ya está aquí, y el frío todo lo rodea. Diciembre se deja sentir y comienza a dar sus primeros pasos sobre la nieve. La verdad es que aunque es mi mes favorito, no apetece mucho salir, así que una excelente manera de iluminar las tardes bajo la manta es con 'La luna'. 

'La luna' es uno de los cortometrajes de animación más aclamados del año, que sorprende con una bella fantasía sobre esa luz de la luna que siempre nos acompaña en las noches oscuras. Otra obra maestra de Pixar que dura apenas seis minutos, pero es de una belleza visual arrebatadora. Los que hayáis visto 'Brave' en el cine seguro que lo conocéis, puesto que se proyectaba este verano con dicho film.  No obstante, merece la pena revisarlo varias veces. Os dejo con él, y os invito a verlo lo más rápido que podáis, puesto que suelen retirarlo por el Copyright. Disfrutadlo tanto como yo! ;)