28 de febrero de 2010

Con la soga al cuello...

El 28 de febrero de 1952, Isabel se fue. Dejó su pueblo natal, en el que había pasado sus dieciocho años de vida, porque no podía más. La niña que un día fue violada, ahora era una mujer aborrecida por un pueblo entero. Un pueblo que exhalaba rencor por los cuatro costados. Un rencor que ella respiraba cada día. Por eso Isabel, con la cabeza gacha, dejó el lugar para no volver.

Tres años antes, en la primavera de 1950, cuando sólo contaba con dieciséis tiernos años, Isabel se enamoró. El afortunado se llamaba José, tenía diez años más que ella, estaba casado, y acababa de ser padre. Vivía unas casas más allá, y desde siempre ella lo había sentido como alguien especial. Pero fue en el frágil despertar de la madurez, cuando Isabel se dio cuenta de que amaba a José.
Poco a poco, ella se fue dejando caer por la carpintería que regentaba para darle conversación, coincidía a propósito con él, cuando éste se dirigía al trabajo, o caminaban juntos de regreso. Cada vez se sentía más atraída por él, y José también empezó a tenerle un cariño especial.
Con el paso de las semanas forjaron una enorme complicidad, y con la llegada del verano, se sucedieron las tardes de charlas y risas compartidas entre serruchos, tablones y barniz. En su compañía, Isabel era feliz.

Pero un buen día de agosto todo se truncó. Fue el día en el que Isabel llegó llorando de la carpintería de José, el día en el que su madre le preguntó que le ocurría, y no supo que contestar, porque sentía vergüenza de decirlo. Cuando reunió fuerzas, lo contó. Explicó, como pudo, que José le había hecho daño, y que se había aprovechado de ella, en el sentido más lúbrico de la palabra. Su madre únicamente le secó las lágrimas y le juró que el dolor que le había causado, lo sufriría él de por vida.

Desde ese día, un oscuro rumor empezó a circular por el pueblo. Un murmullo silencioso que rápidamente se expandió por las poblaciones de alrededor, llegando a oídos de todos los vecinos de la comarca.
No tardó José en darse cuenta de que la gente lo miraba con otros ojos. Ojos de inquina, desprecio y repulsión. También llegó a él el rumor.
Al mismo tiempo su carpintería se fue quedando sin encargos. La semilla de la duda fue creciendo en su mujer, y todos le dieron de lado. Dejó de abrir el negocio, ya no había razón para hacerlo, y mientras, subsistían con dificultad, gracias al huerto que cultivaban. Pero José se veía cada vez más hundido, con la soga al cuello, sin escapatoria ante esa hostilidad que pesaba como una losa y le sumía en la desesperación.
Sólo halló una salida, y en la Navidad de 1950, se marchó dejando una carta de despedida:

“Hace unos meses, mi vida se derrumbó, y ésta es la única solución. No aguanto este dolor, soy débil ante el odio que percibo cada día a mi alrededor, ante el rechazo unánime, a raíz de un hecho que nunca ocurrió. No encontré otra forma de demostrar que soy inocente, que Isabel mintió. Me declaró su amor adolescente, y yo le dije que no. Ese fue mi único error.”

Así dijo adiós para siempre. Había dejado su último mensaje en un sobre, colocado sobre sus zapatos y el resto de su ropa impecablemente doblada, en una silla del comedor. Y su cuerpo, desnudo e inerte, colgando de una viga del salón.

Relato basado en hechos reales.

27 de febrero de 2010

Generación flúor

¿Os acordáis de los enjuagues con flúor que hacíamos en el colegio? Allá por los años noventa, se le ocurrió al gobierno que el flúor para las dentaduras de los niños era un primor, y nos venía de perlas en la prevención de la caries. Por eso, durante años, sufrimos los enjuagues semanales con un líquido rosa que sabía a rayos fresa, supuestamente para cuidar nuestra salud dental.
La hora del flúor era todo un acontecimiento. Todos íbamos con nuestro vasito y nuestra servilletita a por nuestra dosis semanal, hacíamos el enjuague de estrictamente un minuto, y listo. Dientes sanos de por vida! O eso nos decían…
Yo reconozco que en mis dientes pudo tener su efecto, pues mi primera caries apareció hace escasamente un par de años, pero vamos, que dudo sinceramente que el flúor sea la panacea universal.

De hecho, no es flúor oro todo lo que reluce y puede que el flúor sea otro de tantos errores. Resulta que los fluoruros son tóxicos, supuestamente a elevadas concentraciones. Vale, muy bien, entonces no hay problema, podíamos pensar… Pero parece que no está muy claro eso de las “altas concentraciones”, y una gran exposición al flúor podría causar igualmente problemas. El fluoruro sódico, que se emplea en la formulación de las pastas de dientes y en medicina dental, también se usa como veneno mata-ratas, aunque su dosis no es comparable, evidentemente… pero ¿es tan seguro el flúor?

Aunque la fluoración de las aguas es algo habitual en EEUU para la prevención de la caries, muchos científicos sostienen que se trata de un “envenenamiento masivo”, que es un fraude científico, reportando muchos más peligros para la salud, que beneficios para los dientes. Aquí en España tampoco nos libramos, y desde 1990 comenzó a fluorarse el agua en muchas regiones, aunque de forma más limitada.
Los efectos tóxicos del flúor pasan por la pérdida del esmalte dental, desmineralización de los huesos, que lleva a la osteoporosis y fracturas de caderas, falta de concentración, e incluso algunos aseguran que disminución del desarrollo mental a edades tempranas. Entonces, la exposición continua al flúor que sufrimos de pequeños, ¿era para atontar a toda una generación? No entraré a valorar si lo ha conseguido o no…

Así que cada uno saque sus propias conclusiones. Me parecía interesante tratar este tema, más que nada porque creo que el flúor es uno de los grandes desconocidos de la tabla periódica. Mi opinión personal está en el punto medio: No creo que el flúor vaya a causar grandes problemas a la humanidad, pero sí creo que quizás no se han asumido con prudencia los riesgos que conlleva el uso del mismo.

22 de febrero de 2010

Snow & sun


Me gusta la nieve y el frío. Me hace sentir vivo, me activa, me revitaliza… Dejar huella sobre la nieve impertérrita ante los grados negativos, estimula mi caminar. La piel de gallina bajo sendas capas de ropa, me recuerda que estamos a nueve bajo cero.

Gorro, bufanda, guantes, y manos en el bolsillo, para que el calor no salga despavorido de nuestro cuerpo. Pavor al frío. Miedo a perecer congelado bajo un sol radiante pero falto de calorías. Nos movemos, y el viento helado sigue ejerciendo su humilde función… pero me encanta esa sensación.

La nieve resplandeciendo, empapada de destellos, deslumbra nuestros ojos a cada paso. Todo parece tener una luz propia difícil de igualar en cualquier otro momento del año. La luminosidad sobre nuestras cabezas y bajo nuestros pies… Y se va agotando el tiempo para pasear entre el frío, la nieve y el astro rey.


18 de febrero de 2010

La habitación azul

Aún no alcanzaba a comprender para qué había ido a un lugar en el que nada tenía sentido. Pero me dejé llevar, y sin saber muy bien dónde me metía, atravesé la oscura cortina que hacía las veces de entrada. Al otro lado sólo vi una cosa: Azul.
El sonido de algo mecánico emanaba de las cuatro paredes que me rodeaban. En el techo una cegadora luz azul resolvía la oscuridad reinante. En cada pared se reflejaban fragmentos de vidas, incoherentes retazos de sombras, caras difuminadas que habían estado en el mismo lugar en que yo me encontraba ahora, en esa misteriosa habitación azul. Y de pronto me vi proyectado en las imágenes. Ahí estaba yo, confuso y desconcertado. Nunca entenderé el arte contemporáneo.

15 de febrero de 2010

Bad day

Y no hay mucho más que decir... Un mal día, como este o aquel... pero también es cierto que podría haber sido peor. Tan sólo un mal día, y de momento no tengo el bajón... ¿Qué es un mal día? Como diría Forrest Gump, un mal día es un día en el que ocurren cosas malas. Hoy ha sido un mal día... pero sí, podría haber sido peor.

Espero que todos los días malos de mi vida, sean como el de hoy...

13 de febrero de 2010

Finding Pandora...

A la tercera va la vencida. Después de intentar ver Avatar en dos ocasiones, por fin he podido disfrutarla en 3D, como se merece. La primera vez fue a los pocos días de su estreno, y claro, me quedé sin entradas. Unas semanas después, fui de nuevo pensando que la afluencia había cesado. Y nada más lejos de la realidad, aunque bien es cierto que fue en fin de semana, y tampoco había entradas. Por fin, tras estos acontecimientos que habían aumentado muchísimo mis ganas de verla, este lunes acudí al cine, y sin ningún problema disfrute de un peliculón.

Avatar es posiblemente el largometraje con mejores efectos y más impresionante que he visto nunca. Creo que el mejor adjetivo que la define, es ese, impresionante. Inconmensurable. Colosal. Nunca habíamos podido ver algo similar en una pantalla de cine. Cada secuencia es un espectáculo para los sentidos, para la vista y para el oído; cada plano es una obra maestra de orfebrería; cada minuto del film, te transporta a un mundo nuevo llamado Pandora, en el que todo tiene diferente color, y en el que lo extraordinario es el pan nuestro de cada día. Por eso, la película es también asombrosa, irrepetible, un milagroso despliegue de sensaciones que acaban componiendo una fantasía inolvidable y original. Y ya sólo por eso, merece la pena.
Otro de los puntos fuertes, es poder disfrutar de Pandora en tres dimensiones. Creo que es de los films que están mejor realizados en esta tecnología 3D, hay algunas escenas en las que se nota mucho, y parece que la acción se desarrolla dentro de la sala de cine.

Sin embargo, pese a la maestría con que Cameron nos introduce en un mundo nuevo, y nos hace olvidar el nuestro durante más de dos horas y media, Avatar también tiene defectos. El mayor de ellos es el guión. Una cinta que hubiese sido perfecta, se queda en muy buena, porque cojea en lo que se refiere a la historia, que es predecible y no nos ofrece nada nuevo. Además, salvo contadas excepciones, los personajes son bastante planos, y se nos presentan como mera excusa para deslumbrar a los espectadores con la parte visual. La trama cae en tópicos mil veces vistos, y tiene puntos comunes con muchas otras películas de ciencia ficción, de guerras o de colonizaciones, ya que Avatar es una extraña y diferente mezcla de cada uno de esos géneros.

En definitiva, Avatar ha hecho historia, y marcará un antes y un después en la forma de concebir el séptimo arte. Una deliciosa fábula, una arrolladora lucha entre dos mundos, un insólito viaje a un nuevo planeta, una extravagante historia de alienígenas, un excepcional despliegue de imágenes, un grandioso film, que va a ser difícil de olvidar. Con estas cualidades, parece que muy pocas películas podrán hacerle sombra en la lucha por el Oscar. Veremos si lo consigue.

10 de febrero de 2010

Libre

Hoy regreso del retiro blogueril, para hablar únicamente de mí, de lo que he estado haciendo (sufriendo y padeciendo más bien, xD), de cómo me encuentro, de lo que me pasa por la cabeza… vamos, lo que viene siendo contar tu vida sin paños calientes, utilizando el blog a modo de diario, cosa que tampoco suelo hacer habitualmente, pero que de vez en cuando no viene mal.

Como habréis visto, los últimos días no he estado muy presente por aquí. Más o menos he ido actualizando, he intentado no dejar de leeros, aunque me ha sido imposible, y me he perdido mucho de lo que habéis escrito. Pero ya estoy de vuelta, con la máquina a pleno rendimiento.
Esta semi-ausencia (que nunca fue absoluta, desde luego) se ha debido a los 5 exámenes que he tenido que meterme entre pecho y espalda. Desde el 22 de enero hasta el día 8 no hice otra cosa que estudiar, dormir, comer, estudiar, algún cafetito, alguna actualización, estudiar, y poco más. Supongo que es lo que toca. Sin embargo, ahora me voy a desquitar y he empezado fuerte mis vacaciones.

Ah, que esa es otra, que tengo vacaciones!!! Dos semanas para descansar, que me lo tengo merecido. Una de las cosas pendientes era, por supuesto, actualizar. Y otra, la que os había comentado unos días atrás… dormir! Por fin he dormido sin preocuparme por las responsabilidades del día siguiente, he dormido mucho y bien. Además la gripe de la que os hablaba, se esfumó en un par de días, y el lunes estaba recuperado para hacer el examen, y para empezar a disfrutar de mi anhelada libertad.

Desde aquí sólo me queda desear la mayor suerte del mundo a todos los estudiantes que estáis aún en plenos exámenes. Creedme, esto tarde o temprano acaba!
Por lo pronto, yo me voy a celebrarlo… a empezar a creerme que por fin soy libre… como el ave que escapó de su prisión y puede al fin volar.

6 de febrero de 2010

Febril

La mala suerte se cruza en mi camino. Dos días para mi último examen, y la gripe me invade. ¿Alguien quiere estudiar por mí? Escalofríos. Malestar. Treinta y ocho grados. Los apuntes queriendo entrar en mi cabeza. No hay manera.

La realidad se desdibuja. Las luces se apagan y se vuelven a encender. Baile interminable de lo que no puede ser. O de lo que será algún día, tal vez. Nos quedan los recuerdos. La esencia del ayer.

Pero yo pienso en el mañana. En el pronto y en el tarde. En qué bello fue encontrarte cuando todo se iba al traste. En la situación perfecta. Tú, el ron, y yo. Y de pronto un taxi, de camino a casa. A tu casa. Y mañana dios dirá. Y si no dice nada, qué más da…

¿Y qué hago ahora que no tengo tus ojos para mirarlos? ¿Y de qué me río si no está tu sonrisa a mi lado? ¿Y cómo olvido tu lindo pelo alborotado? ¿Y si me miro al espejo, y descubro un yo desfigurado? ¿Y cómo concentrarme en el estado febril en que me hallo?

Delirio. Fiebre. No sé qué hago, ni cómo lo hago. Me dejo llevar entre mantas de algodón, paracetamol y vahos. Se me olvida olvidarte, y volvemos al punto en que me encontraba antes. Y por fin, poder abrazarte.

3 de febrero de 2010

Con sólo una palabra...

Como estoy poco inspirado últimamente, y además ando escaso de tiempo, me voy a apuntar al jueguecito que he visto en los blogs de mis idolatrados Sandra y X.

Esta es la chorrada típica del Tuenti, como ese de “dime el mejor momento que viviste conmigo” o este otro que hoy nos ocupa, en el que la quinceañera de turno le pide a sus amigos que la definan con una palabra, colgando en su perfil la misma foto que ilustra esta entrada. Si sustituís a la “quinceañera de turno” por mi persona, es más o menos lo mismo. Con la diferencia de que yo lo hago para comprobar qué percepción es la que doy a través de este blog, y no para inflar mi ego. Nada más lejos...
Así que, aún a riesgo de convertir esto en una red social cualquiera, me voy a lanzar, y pedir vuestra colaboración. Es muy sencillo, sólo os pido una palabra. Que me defináis, que sinteticéis en un único vocablo la opinión que tenéis de mí, que digáis lo que creéis que soy. ¿Fácil, no?

Pues espero vuestras respuestas. Pueden ser buenas, malas, ingeniosas, profundas, simpáticas, inteligentes... Todo vale, con la única condición de que sea verdad. Que sea lo que pensáis en realidad. La pelota está en vuestro tejado, queridos lectores.