10 de mayo de 2008

Primavera en la montaña


Esta es una de esas estampas que puedo contemplar en ese rincón ideal para perderse, en esa pequeña parte del mundo de la que tanto hablo, en ese pueblecito olvidado en la montaña cantábrica, que sólo unos pocos conocen (mejor dicho, conocemos…), y al que la primavera también llega con su manto de flores, para arroparlo todo.

Este árbol florecido es un cerezo, perteneciente a una familia de rancio abolengo, cuya residencia esta abandonada, y sus jardines descuidados, pero a pesar de todo esto, los frutales siguen floreciendo. Guardo un recuerdo especial de este sitio, ya no sólo del cerezo en sí, que también, porque ¡¡qué ricas nos sabían sus cerezas!!, sino porque la residencia de esta familia, un viejo caserón destartalado, se ha convertido en mi propiedad varias veces. Digamos que ha habido un allanamiento de morada alguna que otra vez, nos hemos colado en semejante mansión abandonada repetidas ocasiones… Soy un reincidente, lo sé, pero creo que por otro lado es comprensible: un caserón antiguo, desamparado, con leyendas sobre la guerra civil a sus espaldas… quieras que no, atrae y mucho… y como es un poco tierra de nadie (en este caso “casa de nadie”) pues es lo que pasa.
Hace varios años que no he vuelto a entrar a esa casa, pero siempre que puedo me doy una vuelta por su jardín, o lo que queda de él, para hacer alguna fotillo como esta, que aunque esté completamente desatendido, la primavera sigue apareciendo cada mayo, digo mayo (y digo bien) porque en la montaña el invierno dura hasta bien entrado abril, y las flores tardan en hacer acto de presencia…

Cuando di por concluido mi paseo vespertino por el jardín del que os hablo, seguí cámara en mano por las calles del pueblo, pero decidí cambiar de aires y subí ladera arriba para comprobar que las Ericas y Cytisus (brezos y escobas para el resto del mundo) también están florecidas, y está el campo tan bonito, es todo tan bucólico… También os dejo una instantánea de las escobas florecidas, que aunque aún son pocas, porque aquí la primavera no ha hecho más que empezar, ya están llenando de color el pueblo.

Salir de la ciudad, y ver la primavera en la montaña me ha servido para darme cuenta de la belleza que hay en esta época del año (dejemos a un lado las alergias…), para descubrir que la primavera definitivamente se ha instalado entre nosotros, que ha regresado a nuestros pueblos, aunque sea tarde como en este caso. Pero trae consigo mucha luz, flores que pintan nuestra vida de colores, trae de vuelta el sol, esos cálidos rayos que avivan los corazones.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

madre mia curueña, joo tengo unas ganas de ir y de veros ya madre mia.

k por cierto lo mas seguro eske tengamos tienda de campaña nueva, k me la ha dao mi yaya jajaj, k es como mi habitacion de grande, tiene dos dormitorios y un comedor asike vete pensando donde la podemos poner
ajjajajaj


bueno wapo k ya falta menos pa vernos y pa pasar momentos increibles

te quiero mucho


Sndraaaaaa

Anónimo dijo...

uuuuuuoooo Curueñaaa!!! el pueblo mas fantastico y maravilloso k ha existido y existirá jamás! por lo menos para mi, claro.
Para mi, ese pueblo es mi dosis de adrenalina de cada año; cada verano es distinto por un lado pero sigue siendo igual por otro... No sabria expresar con palabras lo k siento al ir a esa pequeña parte del mundo...quizas suene a exageración pero he vivido demasiadas cosas alli, momentos irrepetibles, aventuras descabelladas, sentimientos inocentes k nacieron alli, en alquel lugar perdido de la mano de Dios, sentada encima de un tronco seco... en fin, por muxo k cuente, no lo entenderiais...

Me encanta k escribas cosas k yo tambien siento...

besines mil!

...añoro muxas cosas...

cuidate!!!