Up

Tras unos días decaído, estoy intentando alcanzar mi estado de plenitud, y parece que vamos por buen camino, subiendo en alegría y mejorando en optimismo. Como ya os comenté el otro día, no hay peor cosa que Mr. Bajón llamando a la puerta sin saber porqué… ¿Pero qué quiere de mi? ¿Cómo me ha encontrado, sino sabe ni mi nombre? Que moleste a la vecina, hombre ya!

Los famosos “cúmulos” de cosas no son buenos aliados para nadie, y menos para mí, que los vasos de agua me parecen muy profundos como para zambullirme en ellos. Así que, todo eso unido a la posterior resaca post-catarral (fiebre, malestar general, dolor de cabeza… y paro de contar porque con tres ejemplos os vale) hicieron de mi estos días, un ente, un mero observador de la realidad que no era capaz de centrase en ella, que fue a ejercer su derecho como ciudadano (votar para mas señas…) sin apenas enterarse de que papeleta eligió (a tanto no llegué, no os penséis…).

Así que, aquí sigo, un poco más inmerso en la realidad gracias al poder efervescente del paracetamol, y a la metoclopramida. Y también gracias a que tengo los ánimos subidillos, al menos más que hace unos días, a que he dejado de atender a la Sra. Desgana (se habrá fugado con Mr. Bajón…) y a que por fin he podido titular esta entrada! Vale, lo sé, solo son dos letras de mierda, pero al menos es un título; esta vez sí, me apetecía poner títulos y soy capaz de ello.

Y es que, ¡qué bien se está cuando se está bien! (y yo añado: y lo que se echa de menos cuando no lo estás…)