27 de marzo de 2008

Ha vuelto a ocurrir...

Esto es un mero episodio de mi vida, una maldición que me persigue desde tiempos inmemoriales, y que cada año me ocurre, incluso varias veces en escasas semanas.
La lluvia reblandece mis neuronas, y afecta a mi memoria, y esta es la principal causa de dicha anécdota.
Cada vez que llueve me pilla sin paraguas, y por ello intento sacar el paraguas cada vez que llueve, la pescadilla que se muerde la cola. Pero no os perdáis lo mejor, porque cuando lo saco, deja de llover. Esto parece un trabalenguas, pero es muy sencillo de explicar…

Ayer cuando salí de casa, comenzó a llover, entonces me dije… ¿Saco el paraguas para que deje de llover? ¿O mejor no lo llevo y me arriesgo a que diluvie? Así que opté por sacarlo de paseo aunque lo tuve que llevar en la mano todo el rato, pues como me temía, no cayó ni una gota de agua. Entonces diréis, pues mejor! ya pero solo hay un problema, y es a lo que me refiero con la maldición que me persigue, lo que significa el título de esta entrada, y es que lo perdí. Si señores, he vuelto a quedarme sin paraguas y van 28512 veces, de las cuales la mayoría no lo he recuperado, aunque algunas, las secciones de objetos perdidos de diferentes lugares públicos, han surtido efecto.

Y así estoy, comprándome paraguas en los chinos cada dos por tres. ¿Un regalo efectivo para mí? Un paraguas, seguro que no me viene mal nunca.
En serio, a veces pienso que los elementos se ponen en mi contra para que vuelva a suceder, y pierda my umbrella, ela ela… (como esta tan de moda Rihanna…)
Y continuaré siendo el hombre que olvidaba los paraguas durante mucho tiempo… porque cuando saco el paraguas no llueve, y la lluvia no me recuerda que lo olvido… (¡¡que poético!!, dicen por ahí…)

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