Ella siempre había soñado con bailar, pero se había resignado a malgastar su tiempo en una peluquería. Tras media vida cerrándole puertas, repitiéndole que en su situación era imposible poder llegar a vivir de la danza, hoy por fin iba a debutar en el teatro como bailarina. Saltó al escenario, y cuando percibió que las notas ya rozaban su piel, bailó como nunca. Lágrimas de felicidad rodaron por sus mejillas. La música nunca la escuchó. Los aplausos tampoco. Los sentía.
4 de junio de 2011
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11 comentarios:
Bien. Muy bueno. :-)
Que bonita historia de superación. :')
Y es que no es lo mismo que escuchar que sentir...me ha gustado esa definición sobre la pasión por el baile! Además me has recordado a una historia que escribí sobre casi casi lo mismo jaja ¡ qué cosas! Bss
Que bonito!, al final todo se consigue si uno quiere
Ardid, en serio que has escrito algo parecido?? jajaja. Si al final va a ser cierto eso de que 'todo esta escrito' jaja
bueno me refería sólo a la idea que es básicamente la misma...Bailarín con mucho talento enamorado de su profesión, ¡ y que pelea por vivir de la danza! jaja
Cuanto tiempo sin tiempo para leerte... ¡y qué grato reencuentro!
que bonita manera de empezar el día! gracias!
un beso
Ardid, pensaba que también tendría discapacidades, entonces ya sería telepatía! xD
Laia, pues aquí seguimos, para cuando quieras!! ;)
Perdida, gracias a ti!
Me ha llegado, porque conozco gente justo como la que hablas.
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